La cascada sonaba
el agua del río la provocaba
y en su orilla callado,
un señor peces pescaba.
Sencillo instrumento la caña
que la muerte buscaba
con engaño habilidad y maña
a los peces que alli moraban.
El pescador cruel
no siente compasión del pez
que con hambre el anzuelo muerde
sin saber que con ello a vida pierde.
El anzuelo disfrazado
recorre las aguas trasparentes
en busca de la presa inocente
ofreciendole de repente
el sabroso y mortal bocado.
jueves, 24 de diciembre de 2009
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